Una Serie de Espeluznantes Lugares II

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A trail in the sea of forest
Sin importar quién seas, dónde vivas o cuántas personas te estén buscando y persiguiendo, con frecuencia lo que no lees es casi tan importante como lo que lees. Por ejemplo, si insistes en leer este artículo en vez de algo más productivo mientras vas caminando por la estación del Metro y no lees el cartel que dice "Circule siempre por su derecha y cuando tenga que detenerse, hágase a un lado para permitir el paso de los demás Usuarios" podrías ciertamente prorrumpir disgusto ante las perturbadoras cosas escritas en este artículo o, peor aún, podrías repentinamente comprender que a nadie le importa realmente si eres un buen o mal usuario de los servicios públicos. ¿Pero por qué me molesto en escribir esto? Porque podrías en el futuro estar vagando por ahí leyendo un libro titulado "¡Aléjate! Trece lugares espeluznantes que no deberías visitar por Gabriel Goyo" y no leyendo varios carteles llenos de razones para vivir escritas en ellos, cosas como "¡La vida es preciosa, por favor reconsidera lo que haces!", "¡Piensa en tu familia!" o "¡Mayonesa!" y antes de que puedas darte cuenta podrías encontrarte a ti mismo en El Bosque Suicida de Aokigahara haciendo algo muy, muy, muy extremadamente estúpido. Habiendo dicho esto, te recuerdo que no estás leyendo el artículo junto a éste, que de seguro es mucho más corto, entretenido e interesante y que sinceramente te recomiendo leer, aunque corres un gran riesgo al hacerlo.

Al pie del Monte Fuji, en Japón, El Bosque Suicida de Aokigahara, es uno de los bosques más espeluznantes que existen; después de El Bosque de los Cien Acres, por supuesto. Sólo que en vez de diez enervantes creaturas aquí encontrarás más de quinientos cadáveres esparcidos entre los incontables árboles, tan densos que bloquean el viento y que junto a la absoluta ausencia de animales hacen difícil, aún a pleno mediodía no encontrar claros completamente oscuros y silenciosos.
Los hechos son estos: en los años cincuenta Seicho Matsumoto publicó una novela romántica que como todas las novelas románticas, es importante que no leas. Dicha novela, llamada "El Mar Negro de Árboles" cuenta la historia de dos personas que se suicidan en el famoso bosque. Más adelante en 1993, Waturu Tsurumi publicó “El Completo Manual del Suicido”, una guía ilustrada para suicidarse donde recomienda este bosque como un lugar idóneo para quitarse la vida, algo que es completamente falso pues cualquiera sabe que el lugar idóneo para quitarse la vida es la Estación de Capitolio en la hora pico.
Desde entonces, cientos de individuos impresionables han ido a ese bosque a recrear la historia del Señor Matsumoto y a seguir los irresponsables consejos del Señor Tsurumi. Para ellos hubiera sido muy importante no leer esos libros.

Por supuesto que hacer algo sólo porque lo leíste en un libro es algo absurdo. Cualquiera está consciente de que los libros, las películas, la televisión y la música no son más que entretenimiento y no una guía de cómo condenarse a sí mismo y si así fuera, conozco a un amigo que estuviera clavándole espadillas a todas las personas que le caen mal, algo de muy, muy mala educación. Sin embargo, El Bosque de Aokigahara ha estado relacionado con la muerte y el horror desde mucho antes, cuando el hambre y las epidemias azotaban a la población y las familias más pobres abandonaban a su suerte a los niños y a los ancianos que no podían alimentar. Por este motivo, surgieron historias que afirmaban que el bosque estaba encantado por los fantasmas de los niños y ancianos que no tenían suficiente migas de pan para hacer un camino de regreso.

Con una reputación tan infame como la mía, el bosque está abierto a cualquiera que no piense que la mayonesa es razón suficiente para vivir o a los trescientos operarios que marchan anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Pero a pesar de que es un bosque oscuro lleno de cadáveres colgados, no son los muertos la verdadera razón por la que hay que temer entrar a este lugar sino los vivos, los criminales y vagos que recientemente descubrieron que cuando has perdido toda esperanza de vivir no piensas en poner tu dinero y tu joyería en un lugar seguro y lo asombrosamente fácil que es robar a alguien que ya ha muerto. La verdadera razón por la cuál te digo ¡Aléjate! e incluyo El Bosque Suicida de Aokigara en los Treces Lugares Espeluznantes que no deberías visitar es por la terrible amenaza de encontrarte con peligrosos villanos acechando en el Bosque de la muerte.

Con eso o con algún oso amarillo sediento de miel y sus amigos.


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