In case you hadn’t noticed,
it has somehow become uncool
to sound like you know what you’re talking about?
Or believe strongly in what you’re saying?

Invisible question marks and parenthetical (you know?)’s

have been attaching themselves to the ends of our sentences?
Even when those sentences aren’t, like, questions? You know?

Declarative sentences - so-called
because they used to, like, DECLARE things to be true
as opposed to other things which were, like, not -
have been infected by a totally hip
and tragically cool interrogative tone? You know?

Like, don’t think I’m uncool just because I’ve noticed this;

this is just like the word on the street, you know?
It’s like what I’ve heard?
I have nothing personally invested in my own opinions, okay?
I’m just inviting you to join me in my uncertainty?

What has happened to our conviction?
Where are the limbs out on which we once walked?
Have they been, like, chopped down
with the rest of the rain forest? Ya know?
Or do we have, like, nothing to say?
Has society become so, like, totally …
I mean absolutely … You know?
That we’ve just gotten to the point where it’s just, like …
whatever!

And so actually our disarticulation … ness
is just a clever sort of … thing
to disguise the fact that we’ve become
the most aggressively inarticulate generation
to come along since …

you know, a long, long time ago!



I entreat you, I implore you, I exhort you,

I challenge you: To speak with conviction.
To say what you believe in a manner that bespeaks
the determination with which you believe it.
Because contrary to the wisdom of the bumper sticker,
it is not enough these days to simply QUESTION AUTHORITY.
You have to speak with it, too.


Riddler: One would have to be severely paranoid to read threats into harmless riddles, Doctor Young. May I test you with one?
Dr. Young: Very well
Riddler: What is it that walks on four legs, then two legs, and finally three legs?
Dr. Young: A human being. As a baby it crawls on four legs, as an adult it walks around on two and in later years it uses a cane.
Riddler: (laughs) Good try, but the answer to all three is a baby. True, it crawls on all fours, but cut off its legs and it can only wiggle on two limbs. Give it a crutch, it can hobble around on three. You see?
Dr. Young: That's horrible. How can you even joke about that?

Riddler: Easily, Doctor... It's not my baby.
    "El último hombre sobre la tierra estaba sentado solo en una habitación. De repente, tocan a la puerta".

    Este cuento de terror, de dos oraciones y digno de un tweet, aparece en varios blogs y varios sitios web a través de Internet, pero la mayoría no menciona ni su autor u origen. Este micro cuento son las primeras líneas de un cuento llamado "Knock" por Fredric Brown, publicado en la revista Thrilling Wonder Stories en su edición de Diciembre de 1948.

    Estas dos líneas dejan implícito ese je ne sais quoi que tiene el verdadero cuento de horror sobrenatural. Más allá de las muertes, los huesos ensangrentados o las formas envueltas en sábanas que agitan cadenas, el verdadero cuento de horror debe tener una cierta atmósfera de inquietud, de ansiedad y un inexplicable temor a fuerzas desconocidas y ajenas a nuestro mundo. Lo maravilloso del micro cuento de Brown —Y lo que verdaderamente me cautivó— es que deja que el resto de la historia, o la verdadera historia; se desarrolle en la mente del lector al instante que termina de leer. El autor pone en marcha un mecanismo de piezas de dominó que termina con la maliciosa abolición de esas leyes inmutables de la naturaleza que nos dicen que tal cosa es imposible que suceda, eliminando el último baluarte en nuestro cerebro contra el ataque del caos y los demonios. Después de todo ¿Quién podría estar en la puerta?

    Lamentablemente, la maliciosa suspensión de lo posible e imposible se desvanece cuando seguimos leyendo el cuento original, que cuenta la historia de Walter Phelan, el último hombre sobre la tierra luego que una raza alienígena llamada Los Zan invadieran y mataran a todos excepto a Walter Phelan y la última mujer viva, Grace Evans.

    Sin embargo, la idea de Brown no fue tan original, considerando que existen varias versiones que tienen más de cien años, como la de Thomas Bailey Aldrich en 1870: "Una mujer está sentada sola en una casa. Ella sabe que está sola en todo el mundo. Cualquier otra cosa viviente está muerta. Tocan a la puerta”. Aún más devastadora, la versión antecesora de Aldrich no deja ningún lugar que pueda servir de refugio a nuestra mente. No hay ningún hombre, ningún otro ser vivo en toda la tierra… ¿Quién toca a la puerta?

    Un par de años después de la publicación de “Knock”, en 1957, Ron Smith escribió una respuesta a la historia de Brown. La tituló “A Horror Story Shorter by One letter than the Shortest Horror Story Ever Written” (Una historia de horror más corta por una letra que la historia de horror más corta jamás escrita) Y consistía en un sencillo juego de palabras de la historia original: donde Brown escribió "The last man on Earth sat alone in a room. There was a knock on the door..." Smith produjo "The last man on Earth sat alone in a room. There was a lock on the door..." obteniendo el mismo efecto sobrenatural y reduciendo el cuento por una letra, batiendo el record anteriormente obtenido por Brown.

    En el tópico de horror sobrenatural en la literatura, esta historia ha alcanzado llegar hasta mis favoritos al encerrar en minúsculas dos líneas el solo concepto que define un género de la literatura.

    “El último hombre sobre la tierra estaba sentado solo en una habitación. La puerta tiene seguro”.

    En mi mente se desarrollan dos devastadoras probabilidades: No sólo hay algo desconocido y ajeno allá afuera, el último hombre sobre la tierra quiere mantenerlo afuera y lejos de él… No sólo hay algo desconocido y ajeno que vaga por la tierra vacía, además ha encerrado al último hombre en una habitación.

    ¿Quién está en la puerta?
    Estoy leyendo, en contra de su voluntad expresa, Las Cartas a Milena de Franz Kafka, una compilación de cartas entre el autor y la escrita checa Milena Jesenka-Pollak —que además era su traductora al Checo— con la que mantuvo un breve romance y una abundante correspondencia. Es muy pronto para dar mis impresiones o escribir una reseña. Pero quise compartir con ustedes algunos trozos de las cartas que me han gustado. Más adelante iré añadiendo más citas a este artículo, así que estén pendiente. La lista la encabeza mi favorita hasta ahora.

    "Y, sin embargo, mentiría si dijera que la extraño. Es el hechizo más perfecto y más doloroso. Usted está aquí, igual que yo y con mayor intensidad aún; allí donde yo estoy, está usted, como yo y más intensamente aún. No bromeo. A veces imagino que usted -que está aquí- extraña mi presencia y pregunta: "¿Pero dónde está? ¿Acaso no escribía diciendo que estaba en Merano?" [...] El día es tan corto. Transcurre y termina con usted y fuera de usted sólo hay unas pocas nimiedades. Apenas me queda un rato para escribirle a la verdadera Milena, porque la Milena más verdadera aún ha estado aquí todo el día, en la habitación, en el balcón, en las nubes."





    "He advertido, de pronto, que en realidad no recuerdo su rostro en detalle. Sólo creo ver aún su figura, su vestido, mientras usted se alejaba entre las mesas del café." 

    "En lugar de un saludo, yo te decía, rápidamente, movido por algo que veía en tu rostro "Me imaginabas distinto." Tú respondías: "Si te he de ser franca, te imaginaba más guapo."

    "El hombre martirizado por sus demonios se venga ciegamente en su prójimo"

    "No, hay algo más para hoy: si usted distrae un solo minuto de su sueño para dedicarlo a la tarea de traducción será como si me estuviera maldiciendo. Porque si algún día se me somete a juicio, no habrá largas investigaciones, bastará con afirmar: él la privó del sueño. Eso bastará para que me condenen, y con razón. De modo que estoy luchando por mí cuando le ruego que no vuelva a hacer algo así." 

    "Mientras estaba tendido allí, a un paso de mí yacía un escarabajo, patas arriba, desesperado. No podía enderezarse, me habría gustado ayudarlo, era tan fácil hacerlo, bastaba un paso y un empujoncito para brindarle una ayuda efectiva. Pero lo olvidé a causa de la carta. Además no podía ponerme de pie. Por fin, una lagartija logró que volviera a tomar conciencia de la vida que me rodeaba. Su camino la llevó hasta el escarabajo, que ya estaba totalmente inmóvil. De modo que no fue un accidente, me dije, sino una lucha mortal, el raro espectáculo de la muerte natural de un animal. Pero la lagartija al deslizarse por encima del escarabajo, lo enderezó. Por uno instantes continuó inmóvil, como muerto, pero luego trepó la pared como la cosa más natural. Es probable que eso me haya brindado, de alguna manera, un poco de coraje. Lo cierto es que me puse de pie, bebí leche y le escribí a usted." 
    - ¿Me quieres?
    - No.