"Nicholas was" older than sin, and his beard could grow no whiter. He wanted to die.

The dwarfish natives of the Arctic caverns did not speak his language, but conversed in their own, twittering tongue, conducted incomprehensible rituals, when they were not actually working in the factories.

Once every year they forced him, sobbing and protesting, into Endless Night. During the journey he would stand near every child in the world, leave one of the dwarves' invisible gifts by its bedside. The children slept, frozen into time.

He envied Prometheus and Loki, Sisyphus and Judas. His punishment was harsher.


Ho.

Ho.

Ho.

Taken from Mindspill by Johnen Vasquez.

I was talking recently about the Occupy Wall Street demonstrations and the movement in general and got onto the subject of the people who just honestly don’t give a fuck, for whatever reason, simply don’t give more than a poorly thought out joke to the idea.
Naturally, like many people, I can’t help but liken situations like these to zombie apocalypse scenarios. Shit’s simply happening, and it’s happening NOW, and though it’s not new, it’s simply broken through some pustule on the surface of what just before seemed disturbingly status quo. Naturally most people are going to not want to see the emerging threat as anything but a little interruption in their day, all the while more and more zombies are popping up. It’s probably just a bad flu variant. Whatevuh.
The general thinking is that these are the people that have to be roused, recruited so that our numbers can better confront THEIRS, but all the while THEY, the zombie hordes are just devouring us as a single minded, organized engine of horror.
At what point do you see the people that just don’t give a fuck what’s happening around them as the enemy in much the same way as the zombies. In not fighting off the zombies, they’re essentially volunteering to be murdered and reanimated as another mindless weapon of the very thing you wanted them to help you fight off.
If you leave them alone, the zombies maybe take longer to notice YOU because they’re too busy eating the dick off the guy that, seconds before, was trying to think up something funny to say in response to your warning, something along the lines of “OCCUPY WAFFLES..huh huhuhhhh..” Dickless from the start, now just screaming and dickless.
Maybe that gives you time to run to relative safety, but now you’re numbers are less than what they would have been if people had just given a shit.
On the other hand, you didn’t put a bullet in that guy’s brain. You wasted time on prince dickless knowing full well all he gave a shit about was the comfort of every distraction he managed to cocoon himself with. Dickless isn’t a bad person, but he’s sure as hell not a player in this game. He’s an NPC, and one that’s just a step away from becoming an active enemy.
I’m not saying that, when you get serious with someone, when you try to engage them in some discourse about the course of action you guys should take when the zombies are banging on the windows and all that someone can do is puke out jokes that wouldn’t even be funny in even pre-apocalyptic times, I’m not saying you should shoot them.

Just know that they only make the zombies stronger.

Para celebrar el lanzamiento de su "Game App" Drew Daywalt, de quien he hablado antes en este blog, está publicando todos los episodios de su serie Camera Obscura en su canal de Youtube. Camera Obscura, escrita y dirigida por Drew Daywalt y producida por MWG Entertainment y Jeff Farleyes una serie web de 20 episodios sobre la caza de Demonios con una cámara fotográfica particular. Personalmente, a mí me encanta el trabajo de este señor. Comparto con ustedes los dos primeros episodios.



A trail in the sea of forest
Sin importar quién seas, dónde vivas o cuántas personas te estén buscando y persiguiendo, con frecuencia lo que no lees es casi tan importante como lo que lees. Por ejemplo, si insistes en leer este artículo en vez de algo más productivo mientras vas caminando por la estación del Metro y no lees el cartel que dice "Circule siempre por su derecha y cuando tenga que detenerse, hágase a un lado para permitir el paso de los demás Usuarios" podrías ciertamente prorrumpir disgusto ante las perturbadoras cosas escritas en este artículo o, peor aún, podrías repentinamente comprender que a nadie le importa realmente si eres un buen o mal usuario de los servicios públicos. ¿Pero por qué me molesto en escribir esto? Porque podrías en el futuro estar vagando por ahí leyendo un libro titulado "¡Aléjate! Trece lugares espeluznantes que no deberías visitar por Gabriel Goyo" y no leyendo varios carteles llenos de razones para vivir escritas en ellos, cosas como "¡La vida es preciosa, por favor reconsidera lo que haces!", "¡Piensa en tu familia!" o "¡Mayonesa!" y antes de que puedas darte cuenta podrías encontrarte a ti mismo en El Bosque Suicida de Aokigahara haciendo algo muy, muy, muy extremadamente estúpido. Habiendo dicho esto, te recuerdo que no estás leyendo el artículo junto a éste, que de seguro es mucho más corto, entretenido e interesante y que sinceramente te recomiendo leer, aunque corres un gran riesgo al hacerlo.

Al pie del Monte Fuji, en Japón, El Bosque Suicida de Aokigahara, es uno de los bosques más espeluznantes que existen; después de El Bosque de los Cien Acres, por supuesto. Sólo que en vez de diez enervantes creaturas aquí encontrarás más de quinientos cadáveres esparcidos entre los incontables árboles, tan densos que bloquean el viento y que junto a la absoluta ausencia de animales hacen difícil, aún a pleno mediodía no encontrar claros completamente oscuros y silenciosos.
Los hechos son estos: en los años cincuenta Seicho Matsumoto publicó una novela romántica que como todas las novelas románticas, es importante que no leas. Dicha novela, llamada "El Mar Negro de Árboles" cuenta la historia de dos personas que se suicidan en el famoso bosque. Más adelante en 1993, Waturu Tsurumi publicó “El Completo Manual del Suicido”, una guía ilustrada para suicidarse donde recomienda este bosque como un lugar idóneo para quitarse la vida, algo que es completamente falso pues cualquiera sabe que el lugar idóneo para quitarse la vida es la Estación de Capitolio en la hora pico.
Desde entonces, cientos de individuos impresionables han ido a ese bosque a recrear la historia del Señor Matsumoto y a seguir los irresponsables consejos del Señor Tsurumi. Para ellos hubiera sido muy importante no leer esos libros.

Por supuesto que hacer algo sólo porque lo leíste en un libro es algo absurdo. Cualquiera está consciente de que los libros, las películas, la televisión y la música no son más que entretenimiento y no una guía de cómo condenarse a sí mismo y si así fuera, conozco a un amigo que estuviera clavándole espadillas a todas las personas que le caen mal, algo de muy, muy mala educación. Sin embargo, El Bosque de Aokigahara ha estado relacionado con la muerte y el horror desde mucho antes, cuando el hambre y las epidemias azotaban a la población y las familias más pobres abandonaban a su suerte a los niños y a los ancianos que no podían alimentar. Por este motivo, surgieron historias que afirmaban que el bosque estaba encantado por los fantasmas de los niños y ancianos que no tenían suficiente migas de pan para hacer un camino de regreso.

Con una reputación tan infame como la mía, el bosque está abierto a cualquiera que no piense que la mayonesa es razón suficiente para vivir o a los trescientos operarios que marchan anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Pero a pesar de que es un bosque oscuro lleno de cadáveres colgados, no son los muertos la verdadera razón por la que hay que temer entrar a este lugar sino los vivos, los criminales y vagos que recientemente descubrieron que cuando has perdido toda esperanza de vivir no piensas en poner tu dinero y tu joyería en un lugar seguro y lo asombrosamente fácil que es robar a alguien que ya ha muerto. La verdadera razón por la cuál te digo ¡Aléjate! e incluyo El Bosque Suicida de Aokigara en los Treces Lugares Espeluznantes que no deberías visitar es por la terrible amenaza de encontrarte con peligrosos villanos acechando en el Bosque de la muerte.

Con eso o con algún oso amarillo sediento de miel y sus amigos.
Ustedes también lo han pensado, yo sólo lo escribí.


"Y a continuación declaraciones del representante de la Tendencia Sociópata de Venezuela culpable de los eventos ocurridos el pasado mes:

‘Jamás entenderé porqué el venezolano promedio es un conformista sin mentalidad de cliente. ¿Está consciente, ciudadano, que usted por viajar en esta unidad de transporte público está pagando y no siendo pagado? ¿Por qué se empecina en usar una unidad cuyos asientos están todos ocupados? ¿Es acaso su tiempo mucho más importante que el resto de sus conciudadanos? ¿Es acaso su tiempo más importante que su comodidad? No, mejor aún. ¿Es más importante que su salud? Sé que usted no se está preguntando ninguna de estas cosas. Usted se está preguntando cómo un buen muchacho es capaz de hacer algo tan horrible. Y no los culpo por centrarse sólo en eso, sólo nos enfocamos en los demás cuando algo está mal en ellos. Es en los demás donde siempre hay algo que está mal.

Sucedió una tarde de Junio, el sol castigaba de forma despiadada y el sol derretía todos los relojes ralentizando el paso del tiempo a niveles desesperantes. El autobús que había abordado era uno más de los dos millones doscientos automóviles inmóviles en el tráfico de una ciudad sin vialidad planificada. El capitalismo foráneo bloqueaba las calles con su ejército de camiones en su misión de robarle nuestra soberanía a unos ciudadanos entreguistas para quienes carros, reproductores de música y televisores lo son todos. Resignado a esperar la hora y media que me tomaba llegar a mi sitio de trabajo a sólo unos kilómetros de mi casa mis ojos desganados veían sin mirar como aumentaba la población de mi pequeña cámara del dolor, cada habitante con el aparente propósito de frotar sus genitales contra las fronteras de mi individualidad. Cada usuario que abandonaba el autobús, con sus asientos muy juntos uno detrás del otro, eran reemplazados por cinco que con desarrollada experticia encontraban un lugar donde ubicarse. Me encontraba en un profundo trance producido por la combinación de los espejismos del calor y la estruendosa trompeta de la salsa erótica cuando mi mente, harta de trazar el recorrido de aquella gota de sudor en la calva del pasajero justo en frente de mis ojos, se abandonó a una vorágine veloz de pensamientos, uno tras otro, tras otro, tras otro hasta desencadenar mi fin.
¿Qué podría hacer sino resignarse? Todo esfuerzo era inútil y un cambio de mentalidad era inconcebible y sin importar a qué dedicara mi vida; política, educación, filosofía, sacerdocio, medicina, policía, criminal, no había formar de cambiar el mundo en el que me había tocado vivir. No había absolutamente nada que yo pudiera hacer más que abrirme de piernas y dejar que el sistema y la presión social me tomaran. Como el autobús en larga fila de los dos millones doscientos de automóviles inmóviles, yo era un hombre más en la larga fila gris de veintinueve millones de venezolanos. Y sí, lo sé, muchos podrían juzgarme de ser un mal ciudadano, pero a la vista de los hechos, ese cargo es la menor de mis preocupaciones.
¿Por qué? ¿Por qué te cuesta tanto esperar al próximo autobús, tú, joven madre soltera con tus 3 niños, uno más molesto que el otro? ¿Por qué? ¿Por qué no pueden esperar dos minutos más, liceístas ruidosos? ¿Por qué? Estoy seguro que en el siguiente autobús había suficiente asientos, y si no había otro inmediatamente atrás de ese. ¿Por qué éste? ¿Por qué insiste en golpearnos a todos con su bolso de gran tamaño, Señora? ¿Por qué? ¿Está en realidad tan apurado, usted, mercantilista agresivo? ¿Qué le hace pensar que su tiempo es más importante que el mío? ¿Por qué debe importarme que vaya tarde? ¿Por qué? ¿Por qué se empecinan en parecer un proletariado infradotado? ¿Cuántas veces más tengo que escuchar la historia de aquel viejo motel, Señor Chofer? ¿Por qué yo, luego de haber planificado mi jornada con suficiente tiempo para esperar el autobús apropiado, debo darle mi asiento a una persona que agarró el primero que vio? ¿¡Por qué?!

¡CRACK!

Algo se rompió dentro de mí. Mis neuronas recorrieron caminos nunca recorridos en mi cerebro, exploraron sitios nunca explorados y pensé cosas que nunca había pensado. Me resigné, pero a mis pensamientos más oscuros. Y puse la bomba en aquel hospital. Con lo corrupto que están todas las infraestructuras en este país, fue más fácil de lo que pensé. Tan fácil que un estudiante de veintidós años sin ningún conocimiento o antecedente terrorista es ahora enjuiciado por la muerte de miles de personas inocentes. ¿Escandaloso, cierto? No obstante, ciudadano, respóndame usted. ¿Es acaso más escandaloso que veintinueve millones de vidas desperdiciadas? No siento pena alguna por la gente que murió, créanme, con lo deficiente que es el sistema médico y la falta de insumos, ya estaban todos condenados. Yo les he dado un propósito más alto a sus vidas que pudrirse en un hospital para niños. Yo le he dado un propósito más alto a mi vida sacrificando todos los años que pude haber invertido siguiendo un camino honesto, pero inútil. En estos momentos mi voz está llegando a millones de venezolanos, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados en la ardua lucha por la supervivencia contra un sistema que tortura y encarcela a los hombres. En estos momentos todas las fallas que me llevaron y me permitieron cometer un acto tan horrible han sido desenmascaradas a sus ojos. ¿Cómo ha podido ocurrir esto? ¿Quién es el culpable? La verdad sea dicha, si buscan a mis cómplices, solo tienen que mirarse al espejo…”.

El joven tuvo que ser retirado del lugar antes de que la multitud, enfurecida por las acciones perturbadoras y las palabras cínicas lo linchara. Fue sentenciado a cadena perpetua, sentencia que nunca se llevaría a cabo en un país donde un reproductor de música cuesta más que un asesinato. El juicio por su alma fue increíblemente más corto que el juicio por su vida. Descubrió muy a su pesar, que todas las religiones tenían algo de razón y que su destino era el infierno. Mas no un infierno lleno de llamas y ríos de sangre ardiente, sino un mugroso edificio burocrático donde a cada condenado se le asignaba un infierno particular de acuerdo a sus crímenes en vida.

¿El suyo? Una cola sin fin, moviéndose tan lento que ante una eternidad más bien podría no moverse. Un autobús destartalado, lleno de gente superficial, un calor infernal, un vallenato trancado, un asiento muy angosto para sus piernas, una gorda amorfa a su lado con un bebé en las manos.

El bebé comienza a llorar.


Cien Sonetos de Amor ~ XVII
Pablo Neruda

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.